Antes de nada, os deseo un feliz 2007 a los que me leéis en alguna ocasión.
Hace más o menos un año escribí un post sobre los peligros de la Navidad, referido al tema de los mensajes de felicitación por correo electrónico que son aprovechados por 'los malos' para intentar colarnos algún virus, troyano o simplemente conseguir notoriedad (lo normal en estos casos, vamos).
Hay otro aspecto sobre este tema que se aplica no solo a la navidad, sino a las vacaciones en general, y más concretamente a lo que pasa cuando terminan y volvemos al trabajo.
Imagínense la siguiente situación: Nos vamos dos semanas de vacaciones y como tales procuramos olvidarnos de la oficina y todo lo que tenga que ver con ella. Mientras disfrutamos de nuestro merecido descanso aparece una nueva alimaña cibernética que empieza a propagarse y a causar algún que otro desastre. Ajenos a ello regresamos, encendemos el ordenador, y tenemos el buzón de entrada del correo lleno de mensajes que nos han enviado en nuestra ausencia. Entre ellos tendremos un montón de spam y puede que algún mensaje que porte esa nueva amenaza que ha surgido mientras estábamos fuera. Probablemente aproveche algún agujero de seguridad del sistema operativo, para el que a lo mejor ya exista un parche que lo tape. Pero claro, como nuestro ordenador ha estado apagado un montón de días seguramente el parche no se habrá instalado y será vulnerable.
Esto pone de manifiesto una cuestión sobre los problemas de seguridad: Tan importante como la solución es la forma de aplicarla. Lo ideal sería que las actualizaciones se instalaran nada más arrancar el equipo, justo antes de empezar a trabajar pero ¿estamos dispuestos a esperar unos pocos (o muchos) minutos cada vez que encendemos el ordenador? Seguramente no. Como siempre, hay que llegar a un compromiso entre la seguridad y la comodidad, y no es cosa fácil.
miércoles, enero 03, 2007
El regreso de las vacaciones
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